MARC LO ESTUDIA Y LO APLICA
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Tras cada entrenamiento ve videos de sus rivales
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Resume cada carrera en un mural
El talento sin trabajo no vale nada. Se pierde como el humo. Marc Márquez lo sabe. Toda la vida fue un currante. Lo que se ve de él sobre la pista es sólo la cúspide de un iceberg. Debajo hay miles de horas de aplicación, de faena. Los grandes no son grandes por ciencia infusa. Mucha gente en el paddock se pensaba que, hace años, el todopoderoso Valentino Rossi se paseaba sin apenas entrar en el box. «Un día me iba del circuito de Sepang por la noche después de cenar y vi que Rossi estaba en su box trabajando con sus mecas», se sorprendió Fonsi Nieto, que entonces competía en 250cc.
Los mejores lo tienen todo medido. No hay cartón. Ni siquiera magia. Como la victoria de Márquez en Estoril. Como todas sus victorias. Dentro de cada trofeo se esconde un secreto, la planificación para ganarlo. Marc es un stajanovista, desde que se levanta hasta que se emboza cada noche en la cama. Cada tarde estudia, encerrado en su camión.
Y en una hoja de Excel va anotando cada una de sus sensaciones. Luego las coteja con sus mecánicos, esa tribu de la que no se separa ni a sol ni a sombra. Su tribu del Chihuahua particular, con la que viaja un día antes de cada gran premio y se marcha un día después.
Es en ese cerrado círculo donde plantea sus batallas. Y hasta ahora no le ha funcionado mal. De las 18 carreras que lleva disputadas en Moto2 , el acierto les ha dado la razón. El de CX Repsol no se ha bajado del podio en las 12 últimas. Nueve triunfos, cuatro segundos puestos y un tercero -en Phillip Island 2011 tras salir 38º en parrilla- es el exuberante bagaje que muestra en las carreras que ha podido terminar. Salvo los tres ceros consecutivos del inicio de 2010, donde aún pagaba el peaje de la inexperiencia, y una caída en Silverstone por la lluvia, el resto es un catálogo de podios. «O ganamos o me caigo», bromea el piloto, «no soy muy regular». Pero no es cierto, todas las carreras que termina lo hace en algún escalón del podio.
Rutinas
Detrás hay una previsión. Y un trabajo de concentración máxima. Márquez, que se dirige a su jefe de mecánicos, Santiago Hernández, y al resto de mecánicos en inglés, forjando su futuro por si salta en breve a MotoGP. Las rutinas son la sal que condimentan el éxito.
«He visto muchas carreras de Vale: vi como, si le conviene, cambia la estrategia»
Por eso repasa concienzudamente cada día vídeos de sus rivales, de cada entrenamiento, de cada carrera, buscando las pequeñas rendijas, los puntos débiles, por donde hincar el diente. En Estoril trabajó mucho con las gomas gastadas, se preparó para la batalla final en los últimos giros. «Es difícil escaparse en esta pista», había adivinado el día antes.
Con su equipo marcan las distintas estrategias, las alternativas. Marc las anota en su cabeza y luego las despliega. ¿Un nuevo Rossi? «La verdad es que me he visto muchas carreras de Valentino. Siempre me fijé atentamente en lo que hacía en cada carrera y veía que cambia las estrategias según le convenía. Yo también estudio esto con mis mecánicos y de momento sale bien», revela Márquez. Menos en Jerez. El agua desbarató sus intenciones cuando acariciaba un nuevo triunfo.
Rituales
Nadie sabe si será el nuevo Valentino Rossi pero sí tiene algunos tics. Los rituales no pueden faltar. En un mural que hay en el box, Marc va anotando una frase después de cada gran premio. Son sus muescas personales. En Portugal firmó lo siguiente: «Aquí sí hemos ganado ¡Felicidades madres!».
En Jerez, donde fue segundo, se podía leer: «Un fin de semana muy delicado pensando en el Mundial». Bajo el de Qatar, donde ganó tras cuatro meses de baja, escribió: «En este GP las hemos visto de todos los colores!! Gran equipo». Jorge Lorenzo, cuando estaba en 250cc, iba marcando cada hueco de 17 en una pizarra pintada con su logo de Por fuera con el puesto en el que había quedado.
Y, como Valentino, el ilerdense compartirá en breve diseñador. Aldo Drudi, que estuvo en Estoril, se confesó «enamorado» del niño. «Y sólo había hablado dos veces con él por teléfono», añadió el dibujante de Drudi Performance, el hombre que ha pintado todos los cascos de Rossi -el primero, el de su padre Graziano-.
Aldo le ha hecho un boceto de casco con el que, probablemente, saldrá delante de sus aficionados y familia, en Montmeló. «Me gusta el brillo que tiene en los ojos», añade.